A mi amigo Manolo

Manolo, ¿dónde te has metido? Llevo desde la 8 h esperándote para pasar con el megáfono, que si no, no vienen los vecinos. “Hoy, a las 9.30 h, en el tanatorio de Ripollet…”.

La de veces que hemos dado vueltas por el barrio y por Montcada con el megáfono. Me decías: “Maño, pégate el micro a la boca; habla más despacio” o “Este megáfono, ¡cómo se oye! Retumba tanto que nos oyen hasta dentro de las casas, ¡dale con más fuerza!”.

Y cuando yo conducía, tú hablabas: “Para aquí –me decías– que este es buen sitio” o “pon aquí las metralletas (en referencia a tus muletas)”. Y repetías, una y mil veces, de forma machacona, lo que te habías apuntado en un papel: “Esta tarde, a las 20 h, en el Kursaal, charla coloquio sobre la cementera a la que asistirán…”; “OTAN no, bases fuera”; “Pueblo unido, Vivero conseguido”; “El pueblo unido, jamás será vencido”; “Asfalto sí, polvo no”; “Mañana, manifestación por la sanidad pública”; “No, a las contribuciones especiales”; “Queremos un ateneo en el Kursaal”… Y entre medio, decías: “Aquí lo que hace falta és una guillotina”.

¡La de veces que hemos salido! ¿Te acuerdas cuando César era alcalde y mandó a la Guardia Urbana a pararnos el coche porque se creía que no habías pasado la ITV y quería inmovilizarlo? Resulta que el coche que no había pasado la inspección era el de tu hijo. O cuando en la manifestación contra Asland, quitamos la cadena y nos metimos con el coche y el megáfono en la calle Mayor, ¡cómo corrieron para que no siguiéramos! O cuando vigilabas para avisarnos de si venía la Policia cuando salíamos a poner carteles…

Manolo coge la lista y llama a todos para la charla, que esto siempre es muy efectivo. ¿Cuántas Hojas te dejo en la zapatería? ¿Quién va hoy a por la peli Johnny cogió su fusil para el cinefórum?

¡La de manifestaciones y charlas a las que hemos ido! Y siempre dispuesto a todo. ¿A qué hora quedamos para cortar las castañas? Y en fiesta mayor, tú te quedabas hasta el final de la verbena para controlar lo que pasaba y yo me iba un poco antes para poder estar por la mañana en los inflables.

La de veces que hemos cogido el coche o el avión para vernos con nuestros compañeros antiincineración. Íbamos con Niki, Lázaro, Rafa, Rosa, Pepi, Manolo, Pepe, Ramón, Alcaide, Salva, Marta, Antonio de Pedro, Paqui, Cera, Carolina, José María… hasta Ponferrada, Toledo, Alsasua, Alcalá de Guadaíra, Sagunto, Barleta, México, Santa Margarida i els Mongos, Pallejà, Juneda, Barcelona, Sant Vicenç, Bruselas. Y lo bien que nos los pasábamos, todos unidos, visitando ciudades, cantando, riendo, luchando… ¿Has cogido la pancarta?

Tenías un don para hacer amistades. No sé cómo lo hacías, pero eras siempre el centro de todo lo que pasaba. Todos te querían un montón, pero sobre todo, Coral.

¿Te acuerdas de aquel día en el camping de Santa Pola? Decías que no roncabas, pero al día siguiente desaparecieron todas las tiendas que había alrededor de la nuestra. ¿Y de cuándo íbamos en el R5 con Mela y con Isa? Los viajes que hacíamos en Semana Santa a los Pirineos, a Benasque, al pantano de la Pena, con la tienda de campaña en ristre, ¡lo que nos reíamos! Te encantaba la naturaleza.

Hoy, lo que más hecho a faltar es tu compañía como amigo, cuando hablábamos, cuando nos apoyábamos, cuando llorábamos o reíamos juntos. Eras duro y cabezón, pero en el fondo, blando y sentimental. La vida te hizo duro porque fue la única manera de enfrentarte a un mundo cruel que te obligaba a realizar un doble esfuerzo para poder valerte por ti mismo.

Desde que se fue Mela has sido otro. Poco a poco, nos has ido dejando, no te sentías a gusto con la vida. Mela era parte de tu vida, la parte que te hacía mejor persona.

Can Sant Joan, Montcada y el mundo ha perdido a un luchador, pero yo he perdido a un amigo.

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